A veces no somos conscientes de las vidas que “tocamos” a lo
largo del día. Esta es una reflexión que me hacía una amiga hace día y que quedó
ahí dando vueltas durante un tiempo…Y es que nuestro ritmo incesante de idas y
venidas, cosas por hacer, tareas que cumplir, apenas nos deja tiempo para parar
y mirar a quien va a nuestro lado.
Y son muchas las personas que un día cualquiera cruzan
nuestra vida. La rutina hace que apenas prestemos atención a los que son
compañeros fieles, que están con nosotros de manera habitual. Por el hecho de
que están siempre ahí apenas les dedicamos tiempo…y a veces, tan sólo con una
sonrisa calmada o una mirada que de verdad veo, tan sólo con esto, podemos
hacer que la otra persona sienta uno de los mayores anhelos del ser humano: sentirse visto, reconocido.
¿Os ha pasado que a pesar de tener un día gris, de repente
una palabra o una frase dicha por una personas que sabes que te quiere, un
silencio mantenido en una conversación cómplice, una sonrisa de alguien
desconocido que se cruza en tu camino, un abrazo por sorpresa, hace que el día
tenga otro color?
No estamos ni vivimos solos. Formamos parte de un Universo y
no podemos olvidar que lo que nos hace humanos, es esa capacidad de cuidar y
sentirnos los unos a los otros. Y no es necesario hacer grandes proezas para
vivir desde la solidaridad y el civismo. Podemos ser, como dice Albert
Espinosa, personas amarillas: aquellas personas que irrumpen en nuestra vida y
con las que enseguida conectamos, que nos ayudan a progresar y conspiran a
nuestro favor. Se trata de personas especiales para cada uno de nosotros, que
se encuentran a caballo entre los amigos y los amores. Con frecuencia, ni tan
siquiera es necesario mantener el contacto con ellas para sentir su presencia e
incluso su consuelo. Y esto tan sólo con poner atención en cómo hablamos,
acompañamos, a quíen sonreímos, hacia dónde van nuestros silencios, nuestra
música. Tan sólo poniendo atención en mirar a quien está a tu lado y de vez en
cuando, sin tampoco un porqué concreto, ni por una razón importante,
sencillamente porque es nuestro compañero, porque camina a nuestro lado, un
día, un mes, un instante, un año, o quizás porque lleva con nosotros toda una
vida, podemos parar y decir: “Te veo”,
reconozco y honro quien eres, adelante, continúa, estoy contigo.
Y también habrá días en los que sabes que hoy no estás
aportando nada, no tienes ganas de sonreír, no salen las palabras bonitas…esos
días en los que ves reflejada tu sombra, sale lo que no te gustas de ti, dejas
que también se exprese y en vez de volver a tu cueva a llorar por lo mal que lo
has hecho hoy, a enjuiciarte y criticarte…párate, observa y sí, esa también
eres tú. La clave está en cambiar ese lenguaje de “sombra” que te oscurece, te
juzga, te paraliza y cambiarlo por palabras de “luz”. Observar y aceptar
nuestra sombra, nuestros días oscuros y verlo como oportunidad para mejorar,
desde la comprensión por lo que pasó, es seguir creciendo e iluminando cada vez
un poquito mas nuestra sombra.
Apuesto por las personas que ven y reconocen a quién camina
a su lado, el tiempo que sea. Que son conscientes de que somos únicos y de que
no estamos solos, que nuestro destino es Ser universo.
"Mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, en lugares pequeños, puede cambiar al mundo." Eduardo Galeano
¿Cuantas vidas "tocas" al día?
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